Los viejitos y el suicidio asistido

Los viejitos hemos estado en el centro de la escena. Si bien los rockstar de esta  pandemia son los epidemiólogos, los infectólogos, los internistas y los políticos, me parece que los viejitos…nosotros… también nos merecemos un lugar en ese podio.

Nunca, como en esta oportunidad pandémica, hemos estado presentes en la mesa de discusión. Nunca como en esta oportunidad se nos ha negado nuestra opinión sobre nuestros posibles aportes a la pandemia. Simplemente se nos ninguneó como sujetos inválidos. Sin embargo hemos contribuido con el mayor numero de muertes y esto no ha sido por decisión propia. Los eticistas se han ocupado de nosotros para ver como reaccionar frente a la posibilidad de ser o no respirados o de ser admitidos a una unidad de cuidados intensivos sobre nuestro aspecto etario pero sobre la base de un principio de justicia distributiva. Se nos evaluó por la simple cifra numérica de nuestra edad o por la presencia de otras patologías críticas concomitantes, o por las posibilidades de tener una mayor expectativa de vida, o la calidad de vida previa al ingreso a la unidad. Todos hemos escuchado las dificultosas situaciones que han tenido que pasar nuestros amigos o parientes con sus padres o abuelos en Italia o en España. Los videos viralizados han dado muestra de ello.

Los viejitos somos, en el verbo, sujetos dignos de compasión y todos comprenden la necesidad de afecto y cuidados que tenemos. Pero en los hechos, en cambio, las cosas se muestran de distinta manera. Para muchos somos responsables de las dificultades económicas  que acarreamos a los familiares más jóvenes o las jubilaciones, a punto tal que todos coincidimos en reconocer que llega un momento en que es mejor estar allá que acá. Nos guste o nos guste comprendemos que el “gasto” que le producimos al gobierno o al sistema de salud es enorme, lo que justifica que nuestra jubilación sea exigua; sin embargo nuestra caja de recaudación (ANSES) es un botín permanente de la política para poder paliar los “extra limitados” gastos que ocasiona el estado o la política. Pero que están preocupados por nosotros no hay dudas. Inclusive no faltaron quienes quisieron “encerrarnos” en nuestras casas para protegernos y proteger el sistema de salud. Lo entendemos…no somos sonsos.  Lo curioso es que hemos dado mejores pruebas de saber cuidarnos que algunos más jóvenes.

Sin que siempre nos demos cuenta, todas estas discusiones afectan la libertad de las personas y en términos generales ninguno de nosotros quiere perder la libertad. Por ello no nos gusta que elijan no mentirnos cuando les conviene y nos digan la verdad cuando también les conviene. Por ello y en honor a la libertad, y en medio del fragor de la pandemia, no dejemos de seguir pensando en que el suicidio asistido es una potestad que pedimos no por caprichosos, sino porqué hemos visto que ya se practica en otros escenarios y que es un tema de discusión en todas las sociedades menos en la nuestra. Recordemos que el suicido asistido es la salida ética al suicidio y al encierro compulsivo.

Siempre se habla de las discusiones esenciales….pues bien…ésta es una de ellas y no debe ser soslayada por que  les convenga o porque les quite votos. El destino del geriátrico es algo a lo cual nos negamos definitivamente al menos de la manera compulsiva como se nos quiere imponer. La llave la debemos tener nosotros y no nuestros políticos y nuestros burócratas. Depende de nosotros. Discutir el suicido asistido en una sociedad es perentorio.

Mario Sebastiani
Doctor en Medicina
División Tocoginecología del Hospital Italiano de Buenos Aires
Potosí 4135 – 1199  
Buenos Aires Argentina
www.hospitalitaliano.org.ar\obstetricia

mariosebastianiblog.com

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